lunes, 2 de enero de 2012

Trapped in god´s program



I can´t forgive you
and I can´t forget




It´s our last chance to forgive ourselves


miércoles, 15 de junio de 2011

Louksna II

Esta noche hay un eclipse lunar que podrá verse en todo el país.
Por eso dejo hoy aquí, después de tanto tiempo sin publicar, un vídeo donde podemos ver la Luna tal y como la veremos durante todo el año 2.011.
Las imágenes fueron tomadas por la sonda Lunar Reconnaissance Orbiter y se puede apreciar la cara visible, que no es siempre la misma por la inclinación de su eje, la órbita y los movimientos de libración del satélite. El vídeo condensa los movimientos de un mes en doce segundos, y todo un año en dos minutos y medio.


viernes, 15 de enero de 2010

Louksna


El saber acerca de las estrellas se justifica lo mismo que el de la Historia, porque a partir de la situación y movimiento de las estrellas en el presente podemos conocer con certeza cúal ha sido su curso en el pasado. (...) Puesto que, así como uno que observa las fases de la Luna en su curso, cuando ha determinado su tamaño hoy, puede decir también su fase en cualquier fecha de los años anteriores o venideros, de la misma manera pueden dar respuestas ciertas respecto a cada una de las estrellas los que las observan con conocimiento.
San Agustín. De doctrina christiana



La Luna es el único satélite natural de la Tierra y de todos los cuerpos celestes es el que mejor conocemos dada nuestra mutua cercanía. El nombre oficial del satélite es "Luna", aunque la misma palabra se utiliza para referirse a los satélites del resto de planetas. Etimológicamente, Luna viene del latín arcaico louksna, "la que luce".

El Hombre se ha sentido desde siempre fascinado por la Luna. Sorprendía su tamaño y sus ciclos, que llevaron a basar un calendario en ellos. Para las culturas antiguas la Luna era una divinidad, unas veces masculina, otras femenina: en Egipto, Isis era la diosa relacionada con la Luna, en Fenicia Astarté, e Ishtar en Babilonia. En Grecia en principio fue Selene, pero luego se identificó con Artemisa. En Italia, se adoró primero a Luna, que pasó luego a convertirse en una de las personificaciones de Diana.

Helios y Selene eran dos hermanos, cuya misión era iluminar los cielos de día y de noche.....cierta noche, Selene surcaba los cielos sobre su carro plateado tirado por caballos blancos cuando vió a un joven pastor, Endimión, dormido en la cumbre del monte Latmo. Al instante, quedó prendada de él, y bajó del cielo para recostarse a su lado....pero el padre Zeus se enfureció y castigó a Endimión a dormir eternamente....sin embargo, las súplicas de Selene le llevaron a permitir que ella abandonase los cielos varias noches al mes para hacer compañía a Endimión, mientras el resto del tiempo debe conformarse con contemplarle desde lo alto del firmamento...

La Luna y la Tierra forman lo que se conoce como un sistema de planeta doble, ya que el tamaño del satélite es muy grande en relación al planeta. Su diámetro es de 3.476 km, un cuarto del terrestre y su masa un 1´2 % de la masa de la Tierra. La distancia media entre la Tierra y la Luna es de 384.400 km, la máxima 406.700 km. y la mínima 356.400 km. La Luna apenas posee atmósfera; su temperatura diurna es de 107 grados centígrados y la media nocturna es de - 153; el máximo en superficie es de 123 grados y la mínima de -233 grados. Estas diferencias tan extremas se deben no solamente a la débil atmósfera sino a la mala conductividad calórica de la superficie.

La gravedad es de 0.16 G, un 10 % de la terrestre, y la intensidad del campo magnético es de 0.003 gauss. Aunque la corteza de la Luna es gruesa, a 800 km. de profundidad se producen terremotos. El manto es rico en rocas pero pobre en metales y aunque el núcleo lunar, compuesto de hierro y níquel, es caliente ( 1.500 grados) no sabemos si es sólido; recientemente se han detectado grandes cantidades de agua congelada en los polos. La luz que ilumina la Luna es la luz del Sol reflejada en su superficie. La intensidad de la luz solar reflejada por la Luna sobre la Tierra durante su fase llena es 465. 000 veces menor que la del Sol, siendo su poder reflectante de un 7 %.


Mare Nectaris, el Mar de Néctar

El astro de la noche, por su proximidad relativa y el espectáculo rápidamente renovado de sus diversas fases, compartió con el Sol, desde los primeros días de la humanidad, la atención de los habitantes de la Tierra. Pero el Sol ofende los ojos al mirarlo, y los torrentes de luz que despide obligan a cerrarlos a los que los contemplan. La plácida Febe, más humana, se deja ver complaciente con su modesta gracia; agrada a la vista, es poco ambiciosa y, sin embargo, se permite alguna vez eclipsar a su hermano, el radiante Apolo, sin ser nunca eclipsada por él.
Jules Verne. De la Tierra a la Luna


Existen distintas teorías para explicar el origen de la Luna. La primera considera la posibilidad de que la Luna fuera un astro independiente que al pasar cerca de la Tierra quedó capturado en su órbita. Esta teoría supone que en origen el satélite tenía una órbita elíptica que habría sido modificada por los efectos gravitacionales de los planetas gigantes, que alteraron todo el sistema planetario expulsando de sus órbitas a diversos cuerpos, entre ellos, nuestro satélite. La Luna viajó por el espacio hasta aproximarse a la Tierra y fue capturada por la gravitación terrestre. Pero esta teoría no explica la desaceleración lunar, necesaria para que no escapara del campo gravitatorio terrestre.
La segunda hipótesis supone que originariamente la Tierra y la Luna eran un sólo cuerpo y que parte de la masa fue expulsada, debido a la inestabilidad causada por la fuerte aceleración rotatoria que en aquel momento experimentaba nuestro planeta. La parte desprendida siguió en rotación y con el tiempo se sincronizó con su periodo de traslación. Pero para que una parte tan grande de nuestro planeta pudiera separarse, la Tierra debería haber rotado a una velocidad tal que diese una vuelta en sólo 3 horas, lo cual hubiera impedido su propia formación.
La tercera hipótesis plantea que Tierra y Luna nacieron de la misma masa de materia que giraba alrededor del Sol. Ahora bien, cómo es posible entonces que ambas posean una composición química y una densidad tan diferentes?


Cráter Prinz

La llamada hipótesis del impacto es la vigente en la actualidad. Según ella, nuestro satélite se formó tras la colisión contra la Tierra de un cuerpo del tamaño de Marte. El impacto hizo que bloques gigantescos de materia saltaran al espacio para posteriormente , y mediante un proceso de acreción similar al que formó los planetas rocosos próximos al Sol, generar la Luna. En contra de esta teoría se arguye que la posibilidad de chocar contra astros errantes era muy elevada al inicio del Sistema Solar, y muy difícil que la colisión no destruyera el planeta; además los fragmentos tenían que ser lo bastante grandes como para poder formar el satélite. Otra duda es de dónde provenía el planeta errante. Actualmente, dos naves gemelas, las STEREO, viajan hacia los puntos Lagrange situados a 60 grados por delante y detrás de la Tierra para estudiar el Sol; se cree que el planeta errante (llamado Teia) provenía de esta zona, posibilidad que en caso de que las STEREO descubriesen asteroides de composición parecida a la de la Tierra y la Luna quedaría demostrada. Por último existe una quinta teoría según la cual la formación de la Luna se debe a los materiales que los monstruosos volcanes de la época de formación de la Tierra lanzaban a grandes alturas. Este material orbitaba la Tierra pero al enfriarse los granos de polvo se precipitaron y condensaron dando origen a nuestro satélite.

En el majestuoso conjunto de la creación nada hay que me conmueva tan hondamente, que acaricie mi espíritu y de vuelo desusado a mi fantasía como la luz apacible y desmayada de la Luna.
Gustavo Adolfo Bécquer.

La Luna tarda 27 días 7 h. 43 min. en dar una vuelta alrededor de la Tierra, lo que se llama una revolución sideral, pero 29 días 12 h. 44 min. 2,78 seg. si se considera la rotación respecto al Sol. En este caso hablamos de mes lunar, lunación o revolución sinódica y es el tiempo necesario para que la Luna tenga la misma posición respecto al Sol y la Tierra. Su duración es mayor porque la Tierra también ha girado alrededor del Sol.
Puesto que la Luna tarda el mismo tiempo en girar sobre sí misma que alrededor de la Tierra, y dado que la gravedad de la Tierra ha atrapado al satélite, siempre presenta la misma cara, aunque gracias a las libraciones lunares, podemos ver algo más del 59 % de su superficie. La cara oculta de la Luna fue un misterio hasta que la sonda soviética Lunik-3, lanzada el 4 octubre de 1959, tomó las primeras fotografías.

Good luck, Mr. Gorsky
Neil Armstrong


La superficie de la Luna está cubierta de polvo gris y de rocas, compuestas en su mayor parte por aluminio, calcio, magnesio, silicio titanio y hierro. Desde la Tierra, la Luna parece una esfera iluminada poblada de manchas. Aunque tradicionalmente se considera a Galileo como el primero en observar la Luna con un telescopio, en realidad éste fue Thomas Harriot hacia Noviembre de 1609. Harriot realizó además los primeros dibujos de la Luna en Agosto del mismo año y unos meses después Galileo comenzó sus observaciones diferenciando dos tipos de terreno diferentes en la superficie lunar: a las regiones más oscuras las llamó maria, puesto que se creía que se trataba de masas de agua y las formaciones rocosas fueron llamadas terrae. Cuando posteriormente se descubrió la total ausencia de agua en estado líquido en los maria, la denominación de mares, océanos, lagos, etc., (obra de Riccioli y Grimaldi), se mantuvo.


Los maria se dividen por tamaño en océanos, mares, golfos o bahías, lagos y pantanos. Los mares suponen el 15% de la superficie lunar y abundan sobre todo en la cara visible del satélite. Los maria son en realidad grandes extensiones de lava solidificada que salió a la superficie como consecuencia del impacto de meteoritos. Las bahías también se formaron por impacto pero posteriormente se rellenaron parcialmente dando lugar a golfos; los lagos y pantanos se formaron como los maria, pero su superficie es menor.
La formación más habitual en las terrae son los cráteres, que pueden ser clasificados por tamaños en 4 grupos: hasta 1 km de diámetro, entre 1 km y 20, entre 20 y 100 km de diámetro y superiores a los 100 km de diámetro. Todos ellos tienen forma circular y en algunos casos puede encontrarse en su centro enormes macizos montañosos. Además de los cráteres en la Luna podemos encontrar Cadenas montañosas o cordilleras, (los montes Leibnitz, de 8500 metros, fallas tectónicas (Rupes Recta, una falla de 110 kilómetros y sólo 40 grados de desnivel), grietas y hendiduras, valles (Vallis Alpes), dorsas marinas, cadenas de cráteres, promontorios y domos.

Otros puntos geográficos de la Luna serían los Montes Apeninos, el Monte Cáucaso, el Jura, el Oceanus Procellarum o de las Tempestades, el Mare Nubium o de las Nubes, el Mare Nectaris, el Sinus Iridum o Bahía del Arco iris y los cráteres Aristóteles, Kepler, Ptolomeo, Tycho o Aristarco, todos ellos en el hemisferio visible, y en el lado oculto el cráter Oppenheimer, el Apollo, el Gagarin, el Mares Moscoviense y el Mare Orientale, entre otros.

En China se cuenta que hubo una época en que la Luna daba aún más calor que el sol, y abrasaba a la Tierra y a los hombres....para acabar con el sufrimiento, Qua, un hombre de fuerza sobrehumana, subió a la cima de una montaña y arrojó un puñado de arena a la cara de la Luna. Con el calor, la arena se fundió y adhirió a su rostro, y la Luna retrocedió asustada a un lugar de los cielos donde su calor ya no puede afectarnos, pero las cicatrices no se han borrado y por eso vemos marcas y surcos cuando la contemplamos.

La revolución sinódica o mes lunar rige las fases, los eclipses y las mareas.
Las distintas fases de la Luna son consecuencia de su órbita alrededor de la Tierra y la correspondiente posición Luna-Tierra-Sol. El ciclo lunar empieza con la Luna Nueva cuando se halla entre la Tierra y el Sol; el área iluminada está fuera de nuestra vista y no se puede ver la Luna desde la Tierra. Conforme la Luna orbita alrededor de la Tierra aumenta la superficie iluminada en las fases crecientes pasando por Cuarto Creciente y Luna Gibosa hasta Luna Llena; después vuelve a Menguante y repite el ciclo hacia atrás. Se dice que la Luna es una gran mentirosa porque cuando se muestra en Cuarto Creciente, su esfera forma una D, y cuando está Decreciente, forma una C.



Romeo: Juro por esa luna santa que platea las copas de estos árboles...
Julieta: Ah, no jures por la Luna, esa inconstante que cada mes cambia en su esfera, no sea que tu amor resulte tan variable.
William Shakespeare. Romeo y Julieta.



A pesar de la distancia que la separa de la Tierra y de la débil gravedad, la Luna ejerce una considerable atracción que causa las mareas junto con el Sol, y cuya explicación se debe a Lagrange y Laplace. Con Luna llena o nueva, (Tierra, Sol y Luna alineados), las gravedades se refuerzan y producen mareas vivas....las mareas muertas se producen cuando la Luna, el Sol y la Tierra forman un triángulo, con la Luna en cuarto creciente o cuarto menguante.
En cuanto a los eclipses, así como la Luna puede pasar entre la Tierra y el Sol y producir eclipses solares, la Tierra puede estar entre la Luna y el Sol y crear eclipses lunares: la Luna pasa por la sombra que la Tierra proyecta.

Los upotos del Congo cuentan que un día, Dios, al que llaman Libanza, envió a buscar a los habitantes de la Luna y los habitantes de la Tierra. Los primeros se apresuraron a acudir a su llamada y fueron premiados: "Porque -dijo Dios a la Luna- acudiste a mí en seguida, tan pronto te llamé, no morirás nunca. Permanecerás muerta solamente dos días todos los meses, para que te sirva de descanso; y retornarás a la vida con esplendor aún mayor". Pero cuando las gentes de la Tierra llegaron por fín ante Libanza, el dios se había enfadado y les dijo: "Pues no habéis acudido a mi llamada tan pronto la recibisteis, habéis de morir un día y ya no volveréis a la vida, excepto para venir a mí".

La idea de llegar algún día a la Luna ha perseguido al Hombre desde se atrevió a pensar en ella como un objetivo alcanzable. Probablemente, la novela de Verne "De la tierra a la Luna" y su continuación, "Alrededor de la Luna" son algunos de los ejemplos más conocidos; posteriormente George Meliès, basándose en "De la Tierra a la Luna" y en la novela de H.G. Wells "Los primeros hombres en la Luna" dirigió Le voyage dans la Lune, cuyo fotograma de la cara de la Luna recibiendo el impacto de un cohete en el ojo es uno de los más conocidos de la historia del cine.



La primera nave tripulada en entrar en la órbita lunar fue la Apolo VIII el 24 de diciembre de 1968, con Frank Borman, James Lovell y William Anders a bordo. Anteriormente se habían enviado otras misiones no tripuladas que recogieron datos sobre la Luna y lograron fotografiar su cara oscura.
Pero el 20 de julio de 1969, tal y como Verne propuso en su novela, se lanzó un cohete, el Saturno V, llevando en su interior una nave, la Apolo XI y tres tripulantes, Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins. La Apolo XI estaba compuesta de tres módulos, el Columbia, de mando y de servicio, y el Eagle. Mientras el Columbia orbitaba la Luna con Collins a los mandos, el Eagle se separó de él y descendió al satélite con Armstrong y Aldrin a bordo. El alunizaje se produjo en el Mar de la Tranquilidad, a 0 grados 42' 50" N y 23 grados 42' 28" E. El 21 julio a las 2.56, Neil Armstrong se convirtió en el primer ser humano en pisar la superficie de la Luna pronunciando la frase que se ha hecho famosa "Un pequeño paso para el Hombre, un gran salto para la Humanidad".
Posteriormente, se realizaron 5 viajes más tripulados al satélite, Apolo XII en 1969, Apolo XIV en 1971, Apolo XV en 1971 y Apolo XVI y XVII en 1972. Desde entonces, no se han vuelto a realizar misiones tripuladas al satélite; si los planes de trabajo de la NASA y la Agencia Espacial Europea se ratifican, el Hombre regresará a la Luna a partir del año 2020 y en los años siguientes se construirá una base lunar que debería servir además para futuras misiones a Marte.

Kalypso


Sinus Iridum, la Bahía del Arco Iris




Puesta en la mejor práctica estás, luna.
Ay, sí. No hay que agregarle ya por pena
a tu suma de luz cifra ninguna,
mixta en todo de blanca y de morena.
Más cuando la siguiente se reúna
a seis albas más dos te restan plena,
primero en cueros desde medio arriba
y negra; luego, ya definitiva.
Miguel Hernández. Octava XXXI Plenilunio. Perito en Lunas



sábado, 12 de diciembre de 2009

El tiempo y el espacio [IV]

Observé y cuanto más me alejaba más podía ver




[…] Paménides, Heráclito de Éfeso o Zenón de Elea son considerados los primeros filósofos cosmólogos (Gambra, 1989). En su búsqueda de un principio material de todas las cosas, representan el primer grado de abstracción metafísica. Abren la puerta del intelecto a la formulación de sistemas metafísicos y cosmológicos (Mínguez, 1983). En este sentido, las aporías de Zenón de Elea han llegado hasta nuestros días a través de otros autores que las transmitieron y comentaron:

“Zenón de Elea propuso argumentos tratando de mostrar que las nociones ordinarias de tiempo estaban plagadas de contradicciones. [No obstante] muchos logros valiosos en Filosofía, así como el desarrollo de las matemáticas apropiadas para tratar el movimiento, se han visto inspirados por las tentativas de resolver los enigmas planteados por Zenón” (Sklar, 1994)

La concepción clásica del espacio y el tiempo radica en verlos como sustancia, es decir como algo existente por sí mismo. El propio Aristóteles afirmaba que no era posible la existencia del vacío, pues todo era ocupado por la materia:

“El desconcierto sobre la naturaleza del espacio y del tiempo se debe en gran parte a su doble papel como proveedor de un foro, tanto para la evolución de los fenómenos físicos, como para los contenidos que intuitivamente consideramos como nuestra conciencia subjetiva o privada. [Así] nuestro relato debería explicar en qué consiste la naturaleza del espacio y el tiempo. ¿Qué tipo de ser poseen y cómo se relaciona su ser con el de las cosas y procesos más ordinarios que ocupan espacio y acaecen en el tiempo?” (Sklar, 1994)

Aristóteles sostenía, no sólo que no hay vacíos en el mundo terrestre, “sino que, en principio, no puede haberlos en parte alguna del universo, [ya que] en ausencia de cuerpo material nada hay que nos permita definir el espacio” (Kuhn, 2000). Esta perspectiva condicionó la visión cosmológica de toda la Edad Media y de parte del Renacimiento. La propia idea de sustancia parecía permitir pensar el espacio y el tiempo como objetos reales en el mundo:

“La objetividad del universo expresa la idea de que la materia existe independientemente de la conciencia del hombre, es decir, que la materia está ahí, no importa si hay seres que la observan o no” (Morones Ibarra, 2004)

Las diversas soluciones o explicaciones dadas al problema, desde un punto de vista exclusivamente especulativo, han sido variadas y algunas, además, claramente decepcionantes a la hora de plantear su demostración práctica. Los filósofos insistieron durante mucho tiempo en el ideal de que, sólo con ser lo suficientemente inteligentes, podríamos algún día construir un edificio de conocimiento que comprendiese todos los campos de la investigación. [...] La reflexión crítica demostró que en la observación, expuesta como estaba a la ilusión y al error de percepción, no se podía con frecuencia confiar (Sklar, 1994).

Las teorías de los primeros grandes filósofos eran altamente especulativas y, con frecuencia, erróneas. Asimismo, parecían carecer de la clase de soporte evidencias que podrían haber persuadido a los escépticos. El conocimiento fundado en los sentidos estaba sujeto a los familiares tipos de errores sensoriales. Desde esta perspectiva, no es difícil enumerar diferentes visiones enfrentadas ante la pregunta sobre la naturaleza del espacio y el tiempo. Todo esto cambió al ser tratado el problema como algo sujeto al análisis científico, dejando de ser un problema exclusivo de la filosofía. [continuará…]

viernes, 13 de noviembre de 2009

Mitos a medida de un Universo



Obviamente estaban mucho más cercanos que todos los demás cuerpos en el Universo, porque sus superficies mostraban una inmensa riqueza de complejos y siempre cambiantes detalles.
Arthur C. Clarke, 2.010

Si el ser humano desea reencontrarse con los Dioses entonces debe mirar hacia arriba, porque acompañando a la Tierra en su lento peregrinar alrededor del Sol se encuentran siete dioses: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno y un pequeño grupo de planetas enanos, pero de nombres igualmente grandes: Plutón, Eris, Ceres, Makemake y Haumea...Todos los planetas de nuestro sistema Solar reciben nombres de dioses porque algunos fueron bautizados ya en la Antigüedad y esa costumbre ha perdurado hasta nosotros....pero aparte de los planetas en nuestro Sistema Solar encontramos otros cuerpos tan interesantes como ellos, sus satélites....

Los satélites naturales son aquellos cuerpos que orbitan alrededor de los planetas; normalmente son más mucho más pequeños que estos, aunque hasta que Plutón se cayó de la lista de planetas oficiales, su satélite Caronte era casi tan grande como él. Hay distintos tipos de satélites en nuestro Sistema Solar: los asteroidales, los coorbitales, los troyanos y los pastores; en ocasiones los satélites también se llaman lunas, aunque sólo el satélite de la Tierra, que merece una atención exclusiva, tiene este nombre como propio. Mercurio y Venus no tienen satélites naturales y tampoco Ceres y Makemake...en el caso de Venus es una pena porque con una biografía como la suya, sus satélites tendrían unos nombres muy evocadores.

Marte, el planeta bautizado con el nombre del dios romano de la Guerra, tiene dos satélites, Deimos, el Terror y Phobos, el Miedo....ambos eran hijos del dios y le acompañaban en el campo de batalla. Son irregulares y pequeños: Phobos mide 27 km. de diámetro, pero tiene un cráter de 10 km., y Deimos mide 16 km.


Phobos y Deimos

Júpiter, bautizado así por el padre de los Dioses, tiene más de 63 satélites, pero no todos tienen nombre propio. Los 4 satélites principales fueron descubiertos por Galileo Galilei y por eso se les llama Galineanos; son Calixto (por la ninfa amante de Zeus del mismo nombre), Europa (la princesa de Asia que fue raptada por Zeus transmutado en toro), Ío, (la doncella sacerdotisa de Hera que se convirtió en amante de Zeus y fue cruelmente castigada por aquella), y Ganímedes, (el hermoso príncipe troyano de quien Zeus se enamoró, secuestrándolo y llevándolo al Olimpo.)...así pues todos los nombres de los satélites galineanos pertenecen a amantes del dios padre que da nombre a su planeta....pero no son los únicos: también los fueron Leda, Metis, Pásífae, Tebe y Calírroe...el nombre de Juno, su esposa, fue utilizado para bautizar un satélite del mismo planeta pero mucho más pequeño....ironías de la astronomía.


Europa

Otros satélites de Júpiter reciben el nombre de hijas del dios o de mujeres importantes en su historia, como Amaltea por la ninfa, (o la cabra según versiones), que lo amamantó. Como Júpiter tiene tantos satélites, se dividen en grupos atendiendo a sus características comunes: los Galineanos, el grupo de Amaltea, el de Temisto, el de Himalia, el de Anaké y el de Pasífae. De todos ellos destacaremos dos: Ío, el cuerpo más activo, geológicamente hablando, del Sistema Solar, con volcanes y montañas más altos que el Everest, y Europa que posee agua, en estado líquido bajo una superficie congelada y una atmósfera muy débil; la existencia de agua en Europa ha llevado a considerar la posibilidad de que exista vida en el océano bajo el hielo, idea que Arthur C. Clarke llevó a la ficción en "2.010".


Ío

Saturno se corresponde con el dios griego Cronos, padre de Zeus, es decir, Júpiter; como él, tiene muchos satélites y algunos se conocen desde antes de que comenzara la exploración espacial: son Mimas, Encélado, Dione, Tetis, Rea, Titán, Hiperión, Jápeto y Phebe. Todos ellos llevan los nombres de Titanes de la tradición griega, pero Saturno tiene además satélites con nombres procedentes de otras mitologías, como la inuit, (Kiviuq), la nórdica, (Skoll), la irlandesa, (Bebhionn) y la gala, (Erriapus).


Mimas

Titán es el satélite más grande de Saturno y de todo el Sistema Solar por lo que tiene un nombre muy apropiado, y además posee una atmósfera rica en metano. Otros satélites de Saturno serían Dione, Pandora y Prometeo, Telesto, Calipso, Helena y Póllux.


Hiperión

Urano tiene 27 satélites; es el único de los planetas con un nombre de la mitología griega, no romana, y sus satélites no reciben nombres mitológicos, sino que proceden de las obras de Shakespeare y Alexander Pope.
Las dos primeras lunas de Urano fueron descubiertas en 1787 por William Herschell, y se las llamó Titania y Oberón por los personajes de "Sueño de una noche de verano"; posteriormente fueron descubiertos Umbriel, Ariel y Miranda. También podemos encontrar a Cordelia, Calibán, Desdémona, Ofelia, Porcia, Rosalinda y Puck. Las lunas de Urano son exteriores o interiores, dependiendo de a qué distancia se encuentren del planeta.

Titania

Neptuno, el planeta del dios de los mares, también divide sus 13 satélites entre interiores y exteriores; el más grande es Tritón, que recibe su nombre del hijo de Poseidón, el alter ego griego de Neptuno, y que además es el satélite más interesante: es el único esférico, todos los demás satélites del planeta son irregulares, y gira en sentido contrario a Neptuno en una órbita casi circular, no elíptica. La rotación de Tritón lo acerca cada vez más a su planeta y en un futuro colisionará con él.....Los nombres de los satélites de Neptuno son los de criaturas acuáticas: ninfas de agua dulce y salada, (Halimede, Despina, Laomedea, Psámate, Sao, Galatea, Neso, Náyade, Nereida), dioses antiguos del mar, (Talasa y Proteo), y por supuesto una de las amantes de Neptuno, (Larisa).

Tritón

Plutón, Eris y Haumea son los tres únicos planetas enanos que poseen satélites.

Plutón, el dios romano de los Infiernos, tiene 3 lunas y la más grande de ellas, Caronte, recibe su nombre del barquero que llevaba las almas de los difuntos al reino de los muertos atravesando el río Aqueronte....De todas las lunas del Sistema Solar, Caronte es la más grande en comparación con su planeta. Los otros dos satélites de Plutón son Hidra, la serpiente de nueve cabezas que guardaba la entrada a los Infiernos, y Nix, la Oscuridad.

Eris, la diosa de la Discordia, cuyas artimañas causaron la Guerra de Troya, posee un satélite llamado Disnomia. El descubrimiento de Eris llevó a la redefinición del término planeta y a acuñar un nuevo tipo, los planetas enanos, lo cual provocó la pérdida de status de Plutón....esta decisión causó gran controversia, por lo que Eris es un nombre muy adecuado....en cuanto a Disnomia, antes de otorgarse a Eris su nombre oficial, era conocido como Xena, por la heroína de la serie del mismo nombre....cuando hubo que imponer un nombre al satélite de Eris, se escogió Disnomia, que no sólo era hija de Eris en la mitología, sino también la personificación de la Anarquía, precisamente la traducción al griego del apellido real de la protagonista de la serie, Lawless.

Haumea, el último de los planetas enanos, posee dos satélites conocidos, Hi´iaka y Namaka, cuyo nombre, como el de su planeta, proviene de la mitología hawaiana, ya que fueron descubiertos por el Observatorio Mauna Kea en las islas Hawai (aunque el Observatorio de Sierra Nevada les disputa el descubrimiento). Se cree que las dos lunas son la consecuencia de un impacto contra su planeta y por eso reciben el nombre de los hijos de Haumea.

Encontraremos más satélites en un futuro? Sin duda...Habitamos un sólo planeta entre siete grandes y cinco enanos que forman un Sistema Solar con un Sol, más de cien satélites naturales conocidos y otros muchos cuerpos estelares, en una galaxia que es sólo una entre millones, en un Universo en contínua expansión.....resulta fácil creer que poseemos un fondo inagotable para dar nombre a todo aquello que aún nos queda por descubrir, pero no deberíamos olvidar que aunque el Universo es infinito (un Universo repleto de Titanes, Dioses, y criaturas fantásticas) los Dioses no lo son.....

Kalypso

lunes, 26 de octubre de 2009

El tiempo y el espacio [III]

Nada es sino sólo la imagen de una hipotética realidad



[…] En un principio la indagación en la naturaleza de las cosas consistía en una amalgama de reflexiones en la línea de lo que hoy concebiríamos o definiríamos como filosofía: “consideraciones generales del tipo más amplio sobre la naturaleza del ser y la naturaleza de nuestro acceso cognitivo al mismo” (Sklar, 1994); ya que “la filosofía es la evasión del mundo fenoménico que nos permite conmensurarlo y modificarlo” (Sartori, 1996). Los primeros intentos de describir y explicar el universo se basaban en la idea de que los acontecimientos y fenómenos naturales eran controlados por espíritus que actuaban de forma impredecible. “Estos espíritus habitaban objetos naturales, como ríos y montañas, incluidos los cuerpos celestes como el sol y la luna” (Hawking y Mlodinow, 2005). A decir de Horkheimer: “El corazón de la filosofía tradicional, la ontología, emprende de un modo muy distinto al de la ciencia la tarea de derivar esencias, substancias y formas de las cosas de algunas ideas generales, que la razón se imagina descubrir por sí misma” (2002).

En todas las civilizaciones antiguas encontramos historias y explicaciones fantásticas sobre los fenómenos naturales y el origen del mundo. El rasgo común a todas estas “explicaciones” es que en ellas estaba implícita la presencia de uno o varios seres invisibles y con poderes extraordinarios. Para los miembros de estas civilizaciones, el universo era caótico. [...] Todo lo que ocurría era resultado de caprichos o enojos de las divinidades. El hombre no podía tener ni conocimiento ni mucho menos control de los fenómenos que observaba (Morones Ibarra, 2004).

En este sentido Sagan (1980) apunta, que en un momento sin determinar, con los primeros filósofos materialistas de la antigua Grecia se desarrolló una de las grandes ideas especie humana: la noción de que el universo se puede conocer. En la búsqueda de distinciones, Heráclito de Éfeso tuvo la aguda percepción de la variabilidad y fugacidad de todo lo existente, de su diversidad y constante cambio (Gambra, 1989). En Heráclito la razón comienza a imponerse, combinando una actitud entre el ensueño y la admiración (Mínguez, 1983). Una forma de concebir la organización del estudio de las cosas que se oponía a los argumentos de “sonámbulos, magos, sacerdotes de Baco y traficantes de misterios” (Sagan. 1984). A decir de Castoriadis, el nacimiento de la democracia y, sobretodo, de la filosofía caracterizan a la sociedad griega clásica en tanto que: “[Una de] las sociedades en las que se manifiestan la posibilidad y la capacidad de poner en cuestión las instituciones y las significaciones establecidas, [y que] son una ínfima excepción en la historia de la humanidad” (1999).

Los grandes filósofos de la antigua Grecia se enfrentaron al problema de entender qué significa tener conocimiento del mundo:

A decir de González Ruiz la filosofía ha jugado desde siempre un papel capital en la definición de las imágenes del mundo, es decir, de aquello que conocemos de éste. En este sentido, afirma: “Las imágenes del mundo, por lo que tienen de sintéticas y globales, las ha suministrado desde siempre gustosamente la filosofía, muy dada de nativitate a las empresas de donación de sentido” (2003).

El estudio sobre las ideas que los griegos tenían del tiempo, así como de otros elementos de su pensamiento especulativo, es importante por varias razones. “La primera, y más evidente, es la relación original con las ideas que influyeron en la historia posterior del pensamiento europeo” (Lloyd, 1979). “¿Cuáles son los fundamentos, se preguntaron, y cuáles los límites de nuestra capacidad de conocer cómo es realmente el mundo que nos rodea?” (Sklar, 1994). Tomemos como referencia estas afirmaciones de Capra:

La comprensión de lo que es un objeto clásico, de lo que es un observador, de lo que es el electromagnetismo y de lo que es el espacio/tiempo, están relacionadas entre sí. Cuando te has forjado la idea de unos fotones dóciles, puedes empezar a reconocer ciertas pautas de sucesos que representen a un observador contemplando algo. En este sentido, creo que podemos aspirar a formular una teoría de la realidad objetiva. Pero el significado del espacio/tiempo aparecerá en ese mismo momento. No empezaremos con espacio/tiempo, para intentar desarrollar a continuación una teoría de la realidad objetiva (1991) [continuará...]

Krovos

lunes, 5 de octubre de 2009

De revolutionibus orbium coelestium


Superaré las corrientes gravitatorias/
el espacio y la luz/
para que no envejezcas nunca.../


En 1543 vió la luz un libro llamado De revolutionibus orbium coelestium, "De las revoluciones de las esferas celestes". Su autor, que había pasado 25 años investigando y definiendo la teoría astronómica que exponía, murió el mismo año en que se publicó. A pesar de que es conocido sobre todo por su obra en astronomía, ejerció muchas actividades diferentes: fue diácono, jurista, médico, e incluso hombre de armas...aquel hombre extraordinario se llamaba Nicolás Copérnico y su teoría es la primera Teoría Heliocentrista del Sistema Solar.

Copérnico había nacido en Polonia en 1473 en el seno de una familia acomodada pero a los diez años y tras la muerte de sus padres, se hizo cargo de su tutela y la de sus hermanos su tío materno, Lucas Watzenrode. Gracias a él, el joven Copérnico pudo estudiar en las Universidades de Cracovia, Bolonia, París, Padua y Ferrara y se sabe que durante sus años de estudio entró en contacto con las teorías de los Pitagóricos y Heráclides Póntico acerca del movimiento de los astros. Cuando regresó a Polonia en 1523, le fue otorgado el cargo de canónigo (seguramente por influencias de su tío que ya era obispo) y se hizo cargo de la administración de la diócesis de Warmia...durante el resto de su vida, Copérnico trabajó en la administración eclesiástica, pero aún teniendo a su cargo grandes responsabilidades, pudo elaborar su teoría...ciertamente tardó 25 años, pero hemos de tener presente que para él la astronomía era una afición, y a fín de desarrollar su Teoría tuvo que realizar incontables observaciones del cielo y operaciones matemáticas, lo cual hace aún más remarcable su logro.
La teoría Heliocéntrica de Copérnico retomaba la antigua de Aristarco de Samos según la cual en el centro del Universo no estaba la Tierra sino el Sol, de modo que no era una teoría totalmente nueva pero el astrónomo polaco la recuperó y le dió una estructura coherente; según Copérnico, el centro del Universo se encuentra cerca del Sol y orbitando éste se encuentran Mercurio, Venus, la Tierra y la Luna, Marte, Júpiter y Saturno. El movimiento retrógrado de los planetas (que tantos quebraderos de cabeza había dado a los astrónomos que le predecieron) es explicado por el movimiento de la Tierra, que tiene 3 movimientos: la rotación diaria, la anual y la inclinación anual de su eje. La Tierra no está tan distante del Sol como lo está de las estrellas, mucho más lejanas; estas, además, no orbitan alrededor del Sol y son objetos distantes que permanecen fijos y los movimientos celestes son uniformes, eternos y circulares o se componen de varios ciclos.




Cráter Copérnico, en la superficie de la Luna

Probablemente, De Revolutionibus... no hubiera llegado a la imprenta de no haber sido por un discípulo de Copérnico, Georg Joachim von Lauchen, llamado Rheticus. Mientras estudiaba con Copérnico, Rheticus entró en contacto con su teoría y publicó algunos extractos de la misma...las ideas de Copérnico no fueron bien acogidas ni por los jefes de la Reforma, (Lutero y Calvino) ni por los ambientes ligados a la interpretación de las Escrituras....sin embargo los astrónomos las encontraron interesantes dado que la nueva teoría permitía un cálculo más aproximado de los movimientos de los planetas.....
Pero sería un error tratar las ideas de Copérnico como meras elucubraciones sobre astronomía, ya que sus ideas supusieron una revolución del pensamiento, lo que se ha dado en llamar la Revolución Copernicana, e influyeron en todo el pensamiento científico posterior. Al situar al Hombre como Centro del Universo, Copérnico acaba con la idea de que todo gira alrededor de este, prescinde del papel divino en los mecanismos de la Naturaleza y por tanto a partir de este momento, el Hombre deberá regirse por su razón y no por su Fe. Fue precisamente este hecho, de profundas ramificaciones teológicas y morales, el que frenó a Copérnico a la hora de publicar sus investigaciones, pues siempre dudó de haber hecho lo correcto: le preocupaban las reacciones que podía provocar en ámbitos científicos y eclesiásticos; no olvidemos que era diácono y que gracias a la Iglesia y sus estrechos lazos con la misma había podido estudiar y labrarse una posición, y no sólo él, también su familia....quizá por ello, cuando finalmente cedió y entregó el manuscrito para que fuera publicado, dedicó De revolutionibus... al papa Pablo III justificando sus estudios en la necesidad de explicar los movimientos de los planetas, cuyas órbitas, según el antiguo sistema geocéntrico, eran incomprensibles, y que como hemos dicho anteriormente, era el aspecto de la Teoría que más complacía a los demás astrónomos....

Si, como argumenta Umberto Eco, el autor de una obra debería morir tras publicarla, para allanar el camino al texto, Copérnico cumplió con esta regla, ya que falleció el 24 de mayo de 1543 y según la tradición, aún tuvo tiempo de recibir en su lecho de muerte el primer ejemplar de De revolutionibus orbium coelestium.

Kalypso