lunes, 26 de octubre de 2009

El tiempo y el espacio [III]

Nada es sino sólo la imagen de una hipotética realidad



[…] En un principio la indagación en la naturaleza de las cosas consistía en una amalgama de reflexiones en la línea de lo que hoy concebiríamos o definiríamos como filosofía: “consideraciones generales del tipo más amplio sobre la naturaleza del ser y la naturaleza de nuestro acceso cognitivo al mismo” (Sklar, 1994); ya que “la filosofía es la evasión del mundo fenoménico que nos permite conmensurarlo y modificarlo” (Sartori, 1996). Los primeros intentos de describir y explicar el universo se basaban en la idea de que los acontecimientos y fenómenos naturales eran controlados por espíritus que actuaban de forma impredecible. “Estos espíritus habitaban objetos naturales, como ríos y montañas, incluidos los cuerpos celestes como el sol y la luna” (Hawking y Mlodinow, 2005). A decir de Horkheimer: “El corazón de la filosofía tradicional, la ontología, emprende de un modo muy distinto al de la ciencia la tarea de derivar esencias, substancias y formas de las cosas de algunas ideas generales, que la razón se imagina descubrir por sí misma” (2002).

En todas las civilizaciones antiguas encontramos historias y explicaciones fantásticas sobre los fenómenos naturales y el origen del mundo. El rasgo común a todas estas “explicaciones” es que en ellas estaba implícita la presencia de uno o varios seres invisibles y con poderes extraordinarios. Para los miembros de estas civilizaciones, el universo era caótico. [...] Todo lo que ocurría era resultado de caprichos o enojos de las divinidades. El hombre no podía tener ni conocimiento ni mucho menos control de los fenómenos que observaba (Morones Ibarra, 2004).

En este sentido Sagan (1980) apunta, que en un momento sin determinar, con los primeros filósofos materialistas de la antigua Grecia se desarrolló una de las grandes ideas especie humana: la noción de que el universo se puede conocer. En la búsqueda de distinciones, Heráclito de Éfeso tuvo la aguda percepción de la variabilidad y fugacidad de todo lo existente, de su diversidad y constante cambio (Gambra, 1989). En Heráclito la razón comienza a imponerse, combinando una actitud entre el ensueño y la admiración (Mínguez, 1983). Una forma de concebir la organización del estudio de las cosas que se oponía a los argumentos de “sonámbulos, magos, sacerdotes de Baco y traficantes de misterios” (Sagan. 1984). A decir de Castoriadis, el nacimiento de la democracia y, sobretodo, de la filosofía caracterizan a la sociedad griega clásica en tanto que: “[Una de] las sociedades en las que se manifiestan la posibilidad y la capacidad de poner en cuestión las instituciones y las significaciones establecidas, [y que] son una ínfima excepción en la historia de la humanidad” (1999).

Los grandes filósofos de la antigua Grecia se enfrentaron al problema de entender qué significa tener conocimiento del mundo:

A decir de González Ruiz la filosofía ha jugado desde siempre un papel capital en la definición de las imágenes del mundo, es decir, de aquello que conocemos de éste. En este sentido, afirma: “Las imágenes del mundo, por lo que tienen de sintéticas y globales, las ha suministrado desde siempre gustosamente la filosofía, muy dada de nativitate a las empresas de donación de sentido” (2003).

El estudio sobre las ideas que los griegos tenían del tiempo, así como de otros elementos de su pensamiento especulativo, es importante por varias razones. “La primera, y más evidente, es la relación original con las ideas que influyeron en la historia posterior del pensamiento europeo” (Lloyd, 1979). “¿Cuáles son los fundamentos, se preguntaron, y cuáles los límites de nuestra capacidad de conocer cómo es realmente el mundo que nos rodea?” (Sklar, 1994). Tomemos como referencia estas afirmaciones de Capra:

La comprensión de lo que es un objeto clásico, de lo que es un observador, de lo que es el electromagnetismo y de lo que es el espacio/tiempo, están relacionadas entre sí. Cuando te has forjado la idea de unos fotones dóciles, puedes empezar a reconocer ciertas pautas de sucesos que representen a un observador contemplando algo. En este sentido, creo que podemos aspirar a formular una teoría de la realidad objetiva. Pero el significado del espacio/tiempo aparecerá en ese mismo momento. No empezaremos con espacio/tiempo, para intentar desarrollar a continuación una teoría de la realidad objetiva (1991) [continuará...]

Krovos

lunes, 5 de octubre de 2009

De revolutionibus orbium coelestium


Superaré las corrientes gravitatorias/
el espacio y la luz/
para que no envejezcas nunca.../


En 1543 vió la luz un libro llamado De revolutionibus orbium coelestium, "De las revoluciones de las esferas celestes". Su autor, que había pasado 25 años investigando y definiendo la teoría astronómica que exponía, murió el mismo año en que se publicó. A pesar de que es conocido sobre todo por su obra en astronomía, ejerció muchas actividades diferentes: fue diácono, jurista, médico, e incluso hombre de armas...aquel hombre extraordinario se llamaba Nicolás Copérnico y su teoría es la primera Teoría Heliocentrista del Sistema Solar.

Copérnico había nacido en Polonia en 1473 en el seno de una familia acomodada pero a los diez años y tras la muerte de sus padres, se hizo cargo de su tutela y la de sus hermanos su tío materno, Lucas Watzenrode. Gracias a él, el joven Copérnico pudo estudiar en las Universidades de Cracovia, Bolonia, París, Padua y Ferrara y se sabe que durante sus años de estudio entró en contacto con las teorías de los Pitagóricos y Heráclides Póntico acerca del movimiento de los astros. Cuando regresó a Polonia en 1523, le fue otorgado el cargo de canónigo (seguramente por influencias de su tío que ya era obispo) y se hizo cargo de la administración de la diócesis de Warmia...durante el resto de su vida, Copérnico trabajó en la administración eclesiástica, pero aún teniendo a su cargo grandes responsabilidades, pudo elaborar su teoría...ciertamente tardó 25 años, pero hemos de tener presente que para él la astronomía era una afición, y a fín de desarrollar su Teoría tuvo que realizar incontables observaciones del cielo y operaciones matemáticas, lo cual hace aún más remarcable su logro.
La teoría Heliocéntrica de Copérnico retomaba la antigua de Aristarco de Samos según la cual en el centro del Universo no estaba la Tierra sino el Sol, de modo que no era una teoría totalmente nueva pero el astrónomo polaco la recuperó y le dió una estructura coherente; según Copérnico, el centro del Universo se encuentra cerca del Sol y orbitando éste se encuentran Mercurio, Venus, la Tierra y la Luna, Marte, Júpiter y Saturno. El movimiento retrógrado de los planetas (que tantos quebraderos de cabeza había dado a los astrónomos que le predecieron) es explicado por el movimiento de la Tierra, que tiene 3 movimientos: la rotación diaria, la anual y la inclinación anual de su eje. La Tierra no está tan distante del Sol como lo está de las estrellas, mucho más lejanas; estas, además, no orbitan alrededor del Sol y son objetos distantes que permanecen fijos y los movimientos celestes son uniformes, eternos y circulares o se componen de varios ciclos.




Cráter Copérnico, en la superficie de la Luna

Probablemente, De Revolutionibus... no hubiera llegado a la imprenta de no haber sido por un discípulo de Copérnico, Georg Joachim von Lauchen, llamado Rheticus. Mientras estudiaba con Copérnico, Rheticus entró en contacto con su teoría y publicó algunos extractos de la misma...las ideas de Copérnico no fueron bien acogidas ni por los jefes de la Reforma, (Lutero y Calvino) ni por los ambientes ligados a la interpretación de las Escrituras....sin embargo los astrónomos las encontraron interesantes dado que la nueva teoría permitía un cálculo más aproximado de los movimientos de los planetas.....
Pero sería un error tratar las ideas de Copérnico como meras elucubraciones sobre astronomía, ya que sus ideas supusieron una revolución del pensamiento, lo que se ha dado en llamar la Revolución Copernicana, e influyeron en todo el pensamiento científico posterior. Al situar al Hombre como Centro del Universo, Copérnico acaba con la idea de que todo gira alrededor de este, prescinde del papel divino en los mecanismos de la Naturaleza y por tanto a partir de este momento, el Hombre deberá regirse por su razón y no por su Fe. Fue precisamente este hecho, de profundas ramificaciones teológicas y morales, el que frenó a Copérnico a la hora de publicar sus investigaciones, pues siempre dudó de haber hecho lo correcto: le preocupaban las reacciones que podía provocar en ámbitos científicos y eclesiásticos; no olvidemos que era diácono y que gracias a la Iglesia y sus estrechos lazos con la misma había podido estudiar y labrarse una posición, y no sólo él, también su familia....quizá por ello, cuando finalmente cedió y entregó el manuscrito para que fuera publicado, dedicó De revolutionibus... al papa Pablo III justificando sus estudios en la necesidad de explicar los movimientos de los planetas, cuyas órbitas, según el antiguo sistema geocéntrico, eran incomprensibles, y que como hemos dicho anteriormente, era el aspecto de la Teoría que más complacía a los demás astrónomos....

Si, como argumenta Umberto Eco, el autor de una obra debería morir tras publicarla, para allanar el camino al texto, Copérnico cumplió con esta regla, ya que falleció el 24 de mayo de 1543 y según la tradición, aún tuvo tiempo de recibir en su lecho de muerte el primer ejemplar de De revolutionibus orbium coelestium.

Kalypso